IMPLANTES EN 3D PARA RESPIRAR


La traqueobroncomalacia es una malformación que se produce cuando la tráquea y los bronquios son más blandos de lo habitual.
Kaiba, de tres meses, padecía la forma más extrema de esta enfermedad.

 Tenía una traqueotomía, estaba sedado, con ventilación asistida y una infección pulmonar grave.

 Garrett, de 16 meses, no había podido abandonar la UCI desde su nacimiento. Ian tenía cinco meses y su estado era aún más crítico: tuvieron que hacerle una reanimación por falta de oxígeno.

Hoy, estos tres niños tienen una solución real para una complicación que amenazaba diariamente su vida: unos investigadores de la Universidad de Michigan (EEUU) han desarrollado, mediante la impresión en 3-D, un implante biodegradable que podría marcar un antes y un después en el tratamiento de esta malformación.


La traqueobroncomalacia congénita se da en los niños, y su gravedad puede variar: si el diagnóstico es leve, no supone grandes problemas. Pero si es muy grave - algo infrecuente- la enfermedad resulta prácticamente incompatible con la vida.

En estos casos, lo que ocurre es que la pared posterior de la tráquea es demasiado débil, lo que hace que esté pegada a la pared anterior. Esto hace que se produzca un colapso y el niño no pueda respirar. Conforme crezca, el cartílago de su tráquea se irá fortaleciendo, con lo que, normalmente, hacia los tres años de edad, la enfermedad retrocederá por sí sola. De esta forma, si el niño logra sobrevivir a los primeros 24 o 36 meses de vida, generalmente, el crecimiento natural de las vías respiratorias hará que la traqueobroncomalacia se resuelva de forma natural.

Pero hasta que esto ocurra, los niños que padecen la forma grave de esta enfermedad, necesitan de tratamientos muy agresivos, y están en continuo riesgo de muerte por fallo respiratorio, lo que les hace tener que pasar meses ingresados en cuidados intensivos.


Ahora, una nueva técnica probada con éxito en estos tres niños y publicada en la revista Science Translational Medicine va a dar un giro radical a su diagnóstico. Se trata de una especie de implante cilíndrico a medida y personalizado, diseñado para evitar que la tráquea se comprima, al tiempo que se adapta al crecimiento de las vías respiratorias del niño. Además, está hecho de un material biodegradable y reabsorvible llamado policaprolactona, lo que permite que, con el paso del tiempo, cuando las vías respiratorias del paciente ya hayan crecido y no necesiten más de este instrumento, se disuelva por sí sólo sin dejar rastro en el cuerpo del paciente.
'Una solución muy prometedora'

En todos ellos, el implante ha funcionado: hasta el momento, los tres han superado las complicaciones pulmonares y extrapulmonares, y sus vidas ya no corren peligro. A los siete días de la implantación del dispositivo, Kaiba pudo decir adiós a la ventilación mecánica. Garret ya no está inmunodeprimido y, por primera vez en su vida, ha podido marcharse a casa y hoy juega feliz con su familia.

Javier Pérez Frías, catedrático de Pediatría de la Universidad de Málaga, explica a este periódico que la técnica que presentan estos investigadores parece "una solución muy prometedora para unos niños que hasta ahora tenían muy mal pronóstico". Por su parte, José Ramón Villa, del servicio de Neumología del Hospital Niño Jesús de Madrid, considera que "la idea es muy buena, ya que se trata de un molde de material biológico reabsorbible que se fija alrededor de la tráquea o de los bronquios, para que se mantengan abiertos". Además, apunta, el hecho de que este molde vaya creciendo según crece el niño, hasta que finalmente se desintegre de forma natural, "lo hace mucho más fisiológico".

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