La respiración es un proceso que no necesitamos aprender, debido a que es algo involuntario que nacemos haciendo. Pero, ¿es realmente así? Pues según esta noticia parece ser que no.
Los últimos estudios nos informan de que parece ser que hay algo de técnica que aprender, básicamente porque no es lo mismo respirar por la boca que por la nariz.
Los cilios son aquellos que en el aparato respiratorio sirven para mantener limpia la nariz y no permitir el paso a partículas extrañas. A continuación, son expulsados junto a la mucosidad bien por la tos o arrastrados hasta la boca.
La nariz a nivel inmunitario es especial porque es donde se lleva a cabo el ``triaje`` de los patógenos que entran con el aire que respiramos. La mucosa de la nariz está constantemente decidiendo entre atacar a un patógeno o dejarlo estar, por lo que esto nos da a entender que existe una tolerancia hacia patógenos que normalmente no nos causan un gran daño.
La boca es la entrada de los alimentos sólidos y líquidos por lo que la mucosa de esta tiene otro tipo de especialización y no tiene cilios, por lo que el aire no es filtrado. Aparte de esto, la boca se encarga entre otras cosas de lidiar con los patógenos que intentan entrar con los alimentos que ingerimos.
Aparte, el aire que entra por la nariz es calentado, es decir, no entra frío directamente y esto ahuyenta a los gérmenes.
Como dato interesante y a la vez importante, el hecho de respirar por la boca puede cambiar la disposición de los huesos de la cara.
Según una revisión científica realizada a partir de la metaanálisis, la respiración por la boca provoca en los niños cambios en el desarrollo de los huesos faciales y una mala oclusión. El maxilar y la mandíbula rotan hacia atrás y hacia abajo, entre otros cambios.
Fuentes: The Conversation
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