Los científicos han acumulado evidencias de que la caída de un meteorito, hace unos 65 millones de años, provocó una extinción masiva en el planeta que afectó a los dinosaurios y permitió que los mamíferos nos hiciéramos dueños de la superficie terrestre. Ahora, una nueva investigación, realizada en la Universidad de Colorado (EEUU), sugiere que los humildes gusanos fueron también de las primeras especies que triunfaron en tierra firme después de la catástrofe.
Hasta ahora, el llamado límite K-T, como se llama a los sedimentos el fin del Cretácico, se estudiaba como el momento en el que los mamíferos se hicieron con el control, con tan escasa biodiversidad botánica que proliferaron las plantas acuáticas oportunistas.
Sin embargo, aunque los sedimentos inmediatamente superiores a impacto del meteorito tienen pocos fósiles animales, los investigadores de Colorado, y especialmente la geóloga Karen Chin, han encontrado pruebas de que había muchas madrigueras en estos escasos centímetros. "Esas madrigueras fosilizadas son la prueba de que hubo actividad animal y mucha, porque son numerosas", apunta Chin quien sugiere que las hicieron los gusanos.
Aún están analizando la relación entre las madrigueras y la extinción masiva, pero Chin cree que se hicieron tan sólo unos miles de años después, algo que tendrán que confirmar futuras investigaciones.
Los resultados preliminares, según informó su universidad en una nota de prensa, fueron presentados en la reunión anual de la Sociedad Geológica Americana, celebrada en Minneapolis.
Las madrigueras en tres dimensiones se encontraron entre una capa de carbón y otra de roca en Dakota del Norte, donde Dean Pearson, del Pioneer Trails Regional Museum, lleva años estudiando el límite K-T. Los investigadores creen que aquellos gusanos se alimentaron de materia orgánica en descomposición.
También han comprobado que la capa arcillosa inferior, que se relaciona con el fin del Cretácico, tiene mucho iridio, un elemento común en asteroides y extraño en la Tierra. Aquella tremenda explosión se cree que generó mil millones de veces más energía que la bomba atómica en Hiroshima, levantando grandes tormentas de polvo y ceniza y provocando terremotos y tsunamis. Fue el comienzo de un helado invierno.
Los gusanos que vivieron en esas condiciones se estima que debían tener un diámetro similar a un gusano medio actual. Sus madrigueras son más horizontales que verticales, lo que indicaría cómo se movían para conseguir alimento. Como están hechas en turba, pudo ser un pantano que luego se cubrió de sedimento. Según Chin, aquellos gusanos soportaron un ambiente muy duro, con terrenos inundados y con poco oxígeno y mucho ácido.
Esas condiciones provocaron grandes pérdidas de plantas terrestres, de las que se alimentaban los dinosaurios, entre los mayores afectados por el cataclismo. Otros vertebrados si sobrevivieron, como pájaros, serpientes, lagartos, tortugas, pescados y pequeños mamíferos, y por lo que se sabe ahora también los gusanos. "El hecho de que sean las madrigueras lo que encontramos en ese límite las hace más sorprendentes", señala la investigadora, que recuerda: "Cuando reconstruimos los ambientes del pasado, animales blandos, como los gusanos, se detectan por este tipo de rastros, dado que no mineralizan como los que tienen huesos", recuerda la investigadora.
Hasta ahora, el llamado límite K-T, como se llama a los sedimentos el fin del Cretácico, se estudiaba como el momento en el que los mamíferos se hicieron con el control, con tan escasa biodiversidad botánica que proliferaron las plantas acuáticas oportunistas.
Sin embargo, aunque los sedimentos inmediatamente superiores a impacto del meteorito tienen pocos fósiles animales, los investigadores de Colorado, y especialmente la geóloga Karen Chin, han encontrado pruebas de que había muchas madrigueras en estos escasos centímetros. "Esas madrigueras fosilizadas son la prueba de que hubo actividad animal y mucha, porque son numerosas", apunta Chin quien sugiere que las hicieron los gusanos.
Aún están analizando la relación entre las madrigueras y la extinción masiva, pero Chin cree que se hicieron tan sólo unos miles de años después, algo que tendrán que confirmar futuras investigaciones.
Los resultados preliminares, según informó su universidad en una nota de prensa, fueron presentados en la reunión anual de la Sociedad Geológica Americana, celebrada en Minneapolis.
Las madrigueras en tres dimensiones se encontraron entre una capa de carbón y otra de roca en Dakota del Norte, donde Dean Pearson, del Pioneer Trails Regional Museum, lleva años estudiando el límite K-T. Los investigadores creen que aquellos gusanos se alimentaron de materia orgánica en descomposición.
También han comprobado que la capa arcillosa inferior, que se relaciona con el fin del Cretácico, tiene mucho iridio, un elemento común en asteroides y extraño en la Tierra. Aquella tremenda explosión se cree que generó mil millones de veces más energía que la bomba atómica en Hiroshima, levantando grandes tormentas de polvo y ceniza y provocando terremotos y tsunamis. Fue el comienzo de un helado invierno.
Los gusanos que vivieron en esas condiciones se estima que debían tener un diámetro similar a un gusano medio actual. Sus madrigueras son más horizontales que verticales, lo que indicaría cómo se movían para conseguir alimento. Como están hechas en turba, pudo ser un pantano que luego se cubrió de sedimento. Según Chin, aquellos gusanos soportaron un ambiente muy duro, con terrenos inundados y con poco oxígeno y mucho ácido.
Esas condiciones provocaron grandes pérdidas de plantas terrestres, de las que se alimentaban los dinosaurios, entre los mayores afectados por el cataclismo. Otros vertebrados si sobrevivieron, como pájaros, serpientes, lagartos, tortugas, pescados y pequeños mamíferos, y por lo que se sabe ahora también los gusanos. "El hecho de que sean las madrigueras lo que encontramos en ese límite las hace más sorprendentes", señala la investigadora, que recuerda: "Cuando reconstruimos los ambientes del pasado, animales blandos, como los gusanos, se detectan por este tipo de rastros, dado que no mineralizan como los que tienen huesos", recuerda la investigadora.
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