Una célula bacteriana se divide en dos células hijas y estas dos
células se dividen a su vez en cuatro hijas más, luego 8, luego 16 y
así sucesivamente. Como resultado los biólogos han asumido durante
mucho tiempo que las bacterias se tratan de una población eternamente
joven. En otras palabras, las bacterias, a diferencia de los demás
organismos no envejecen.
Sin embargo, un estudio realizado por biólogos de la Universidad de
California (San Diego) han cuestionado este paradigma de muchos años.
En un artículo publicado en la revista Current Biology,
llegan a la conclusión de que no sólo las bacterias envejecen, sino
también con la edad aumentan la capacidad adaptativa (fitness) que
permite a las bacterias mejorar la aptitud evolutiva de su población
mediante la diversificación reproductiva entre las hijas mayores y las
más joven.
El envejecimiento en los organismos a menudo es causada por la
acumulación de daños no genéticos, como las proteínas que se oxidan con
el tiempo. Así que para un organismo unicelular que ha adquirido un
daño que no puede ser reparado, ¿cuál de las dos alternativas es mejor,
dividir el daño celular en cantidades iguales entre las dos hijas o
darle todo el daño a una de las células hijas?
La respuesta de los científicos es que las bacterias parecen
heredarle más daño celular a una hija, la que ha” envejecido”, y menos
a los otras hijas que llamaron” rejuvenecidas”. Si bien desde el año
2005 se mostró evidencias del envejecimiento en las bacterias, otro
estudio el año 2010 que utilizó un aparato experimental más sofisticado
y adquirió más datos que el anterior, sugirió que no existía tal
envejecimiento.
Los científicos analizaron los datos de ambos trabajos con nuevos
modelos computacionales y descubrieron que ambos trabajos demostraban
lo mismo. En una población bacteriana, el envejecimiento y
rejuvenecimiento ocurren al mismo tiempo, así que dependiendo de cómo
se mida, puede parecer que las bacterias no envejecen.
En otro estudio separado los biólogos filmaron las poblaciones de la bacteria Escherichia coli cuando
se divide por cientos de generaciones y confirmaron que la bacteria se
dividía en dos células hijas que crecieron a un ritmo diferente. Esto
sugería que una célula hija estaba recibiendo todos o la mayoría del
daño celular de su madre mientras que la otra apenas recibía el daño.
Mediante modelos computacionales encontraron que la administración a
una hija del daño más grande y menos a la otra tiene siempre una
ventaja desde una perspectiva evolutiva.
Aunque la bacteria E. coli parece dividirse exactamente por
la mitad en dos células hijas, el descubrimiento de que las dos hijas
con el tiempo crecen a diferentes longitudes sugiere que las bacterias
no se dividen simétricamente como la mayoría de los biólogos pensaban.
“Debe haber un sistema de transporte activo dentro de la célula
bacteriana que pone el daño no genético en una de las células hijas”,
dijeron los autores. “Creemos que la evolución llevó a esta asimetría.
Si las bacterias eran simétricas, no habría envejecimiento”.
Debido a que tienen esta asimetría, luego de la división celular una
hija “envejecida” recibe más daño, mientras que la otra hija recibe un
inicio rejuvenecido con menos daño.
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