La extraña forma de vida hallada en un lago noruego


Crece la sorpresa en la comunidad científica por el hallazgo, anunciado hace unas semanas, de una rama desconocida del árbol de la vida. El ser que pertenece a dicha rama vive en un lago del sur de Noruega. Se trata de un microorganismo que es único por varias razones.
 
Para empezar, no se sabe de ningún otro grupo de organismos que descienda de tan cerca de las raíces del árbol de la vida como esta especie. Por ello, tal como afirma Kamran Shalchian-Tabrizi, jefe del Grupo de Investigación de Evolución Microbiana en la Universidad de Oslo en Noruega, y miembro del equipo de científicos que hizo el hallazgo, este organismo puede ser usado como una especie de telescopio para mirar a gran distancia hacia el pasado biológico remoto de la Tierra, y atisbar cómo eran las formas de vida hace mil millones de años o incluso más.


La forma de vida descubierta no encaja en ninguna de las ramas principales del árbol de la vida. Esta criatura no es un animal, ni un vegetal, ni un hongo, ni un parásito, ni nada similar.

La vida en la Tierra se puede dividir en dos grupos principales de especies: procariotas y eucariotas. Las especies procariotas, como las bacterias, constituyen la forma más simple de organismos vivos en la Tierra. No tienen membrana dentro de su célula, y por tanto carecen de un núcleo real. Por su parte, las especies eucariotas, como plantas, hongos, algas, animales y el Ser Humano, sí poseen una membrana y un núcleo real dentro de sus células.

El árbol genealógico evolutivo del ser hallado en Noruega se origina en la raíz de las especies eucariotas.

Se calcula que el microorganismo apareció hace alrededor de mil millones de años, con un margen de error de unos pocos centenares de millones de años de más o de menos.

El árbol de la vida se puede dividir en organismos con uno o dos flagelos. Los flagelos son importantes para la capacidad de moverse de una célula. Al igual que en todos los demás mamíferos, los espermatozoides humanos tienen un solo flagelo. Por tanto, el Ser Humano pertenece al mismo grupo de un solo flagelo al que pertenecen hongos y amebas.



Por otro lado, se cree que nuestros parientes distantes de la rama a la que pertenecen plantas, algas y ciertos parásitos unicelulares originalmente tenían dos flagelos.

El ser descubierto en el lago noruego tiene cuatro flagelos.

En realidad, se sabía de la existencia de este microorganismo desde 1865, pero su extraordinaria naturaleza había sido pasada por alto, y se le tenía por miembro de otra rama de la vida. Ha sido ahora, cuando, gracias a análisis genéticos muy avanzados, los investigadores han comprendido la importancia de esta especie para la historia de la vida en la Tierra.

Pese a revisar cantidades ingentes de muestras tomadas en ambientes de todo el mundo, los científicos no han hallado ninguna concordancia genética en las bases de datos de ADN. Tan sólo una concordancia parcial con una secuencia genética procedente del Tíbet. Por tanto, es previsible que sólo unas pocas especies más todavía existan en esta rama del árbol de la vida, que ha sobrevivido desde la época de las primeras especies eucariotas surgidas en el planeta.

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