La fuerza hacia arriba que mantiene en el aire a los aviones depende de la velocidad del vuelo y de la superficie de las alas. Si esa fuerza es mayor que el peso del avión, este aparato volará.
Las aves y los mamíferos han optado por dos estrategias distintas. Los pequeños (incluyendo los pequeños murciélagos) vuelan rápido; por el contrario, los grandes desarrollan una considerable superficie alar. Águilas, buitres, cóndores y albatros vuelan gracias a que la relación entre el tamaño de sus alas y su peso es muy alta. Pueden permanecer largo tiempo en el aire, y ésto sin necesidad de batir las alas (de hecho, los albatros sólo bajan al suelo para reproducirse. Pasan 10 meses del año volando).
Pues bien, en el futuro, o mejor, en el presente siglo XXI no vamos a tener grandes cantidades de energías de alta concentración. Y vamos a tener que reducir los viajes en avión, lo cual no es tan malo como parece, pues la mitad de esos viajes se realizan a reuniones de empresa que son, como las guerras, inútiles, y se hacen mejor y más baratas vía conferencias electrónicas. Los aviones que tenemos que desarrollar para este siglo XXI, esperemos que un siglo amable, donde las personas se muevan tranquilas sin quemar rueda para no obtener nada, son aviones similares a los albatros, en vez de a las golondrinas: Aviones ligeros y con gran superficie alar.
Quizás la puesta en marcha de tecnologías tan poco agresivas como los aviones tipo Solar Impulse frente a las estupideces de los cazas 'Raptor' ayude a una sociedad en la cual la realimentación positiva haga crecer la amabilidad y la cooperación entre las personas, en vez la agresividad entre las tribus, que cuanto antes desaparezcan, como deben desaparecer las fronteras reliquia de tiempos pasados, mucho mejor.
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