Al igual que ocurre con los animales, también existen ejemplares albinos entre los vegetales. En este caso, en vez de carecer de melanina, las plantas están exentas de clorofila, el pigmento que permite la fotosíntesis y da el color verde a tallos y hojas.
Sin ese compuesto, estos organismos no pueden autoproducir la energía que necesitan para desarrollarse, por lo que no suelen sobrevivir durante mucho tiempo. Sin embargo, existe una especie que ha aprendido a arreglárselas para superar esta mutación y crecer casi con toda normalidad: la secuoya.
Este inmensa conífera puede reproducirse asexualmente mediante propágulos –tallos subterráneos– de los que nacen nuevos individuos que se separan posteriormente. En circunstancias excepcionales, el nuevo árbol es albino y actúa como un parásito de su precursor. De esta forma, durante toda su vida, que puede durar más de mil años, permanecerá unido a él, alimentándose de sus nutrientes.
Aunque no suelen crecer tanto como las secuoyas comunes –capaces de superar los cien metros de altura–, los llamados árboles fantasmas llegan a medir hasta veinte metros. Solo se conoce la existencia de unos doscientos ejemplares. La mayoría vive en los parques nacionales Henry Cowell Redwoods y Humboldt Redwoods, ambos en California (Estados Unidos).
Hay otras plantas, como las especies del género Monotropa, que carecen naturalmente de clorofila. Son saprofitas y parásitas de los hongos que componen sus microrrizas.
Sin ese compuesto, estos organismos no pueden autoproducir la energía que necesitan para desarrollarse, por lo que no suelen sobrevivir durante mucho tiempo. Sin embargo, existe una especie que ha aprendido a arreglárselas para superar esta mutación y crecer casi con toda normalidad: la secuoya.
Este inmensa conífera puede reproducirse asexualmente mediante propágulos –tallos subterráneos– de los que nacen nuevos individuos que se separan posteriormente. En circunstancias excepcionales, el nuevo árbol es albino y actúa como un parásito de su precursor. De esta forma, durante toda su vida, que puede durar más de mil años, permanecerá unido a él, alimentándose de sus nutrientes.
Aunque no suelen crecer tanto como las secuoyas comunes –capaces de superar los cien metros de altura–, los llamados árboles fantasmas llegan a medir hasta veinte metros. Solo se conoce la existencia de unos doscientos ejemplares. La mayoría vive en los parques nacionales Henry Cowell Redwoods y Humboldt Redwoods, ambos en California (Estados Unidos).
Hay otras plantas, como las especies del género Monotropa, que carecen naturalmente de clorofila. Son saprofitas y parásitas de los hongos que componen sus microrrizas.
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