Durante mucho tiempo se ha venido creyendo que ciertos primates extintos, los más antiguos conocidos, vivían en el suelo, y que fueron sus descendientes quienes adquirieron las cualidades necesarias para la vida arborícola. Un nuevo estudio demuestra ahora lo contrario.
El Purgatorius, un pequeño primate que subsistía con una dieta constituida por fruta e insectos, moraba en los árboles.
El equipo de Stephen Chester, de la Universidad Yale en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, hizo el descubrimiento analizando huesos de tobillo de hace 65 millones de años, recogidos de yacimientos paleontológicos en el nordeste de Montana, Estados Unidos.
El Purgatorius, que formó parte de un grupo extinto de primates llamados plesiadapiformes, aparece por primera vez en el registro fósil poco después de la extinción de los dinosaurios no aviares.
Hasta ahora, los paleontólogos solo tenían dientes y mandíbulas del animal para examinar, lo que dejaba en el misterio a buena parte de su apariencia y comportamiento. La identificación de huesos del tobillo del Purgatorius, descubiertos en el mismo lugar que los dientes, proporcionó a los investigadores una mejor base para deducir la anatomía y estilo de vida de esta bestia.
Los huesos del tobillo tienen rasgos que solo están presentes en los de los primates y sus parientes actuales y que delatan un tipo de movilidad muy específico. Este conjunto de características anatómicas habría permitido a un animal como el Purgatorius girar y ajustar sus pies para agarrarse con ellos a ramas mientras se movía por los árboles. En cambio, los mamíferos que habitan en el suelo carecen de esas características y están mejor adaptados para moverse hacia adelante.
La investigación proporciona la prueba fósil más antigua hasta la fecha de que el comportamiento arborícola estuvo presente en una fase temprana y decisiva de la evolución de los primates.
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