Avalando hasta cierto punto lo que bastante gente ya intuía, un nuevo estudio demuestra que las personas optimistas tienen el doble de probabilidades de disfrutar de una salud cardiovascular ideal en comparación con las personas pesimistas.
El equipo de Rosalba Hernandez, de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, Estados Unidos, ha comprobado, al examinar las asociaciones entre optimismo y salud cardiaca en más de 5.100 adultos, que los individuos con los niveles más altos de optimismo son el doble de propensos a gozar de una salud cardiovascular óptima, en comparación con sus homólogos más pesimistas. Esta asociación sigue siendo significativa incluso después de tener en cuenta las características socio-demográficas y los problemas de salud mental.
Los participantes tenían edades comprendidas entre los 45 y los 84 años. Se tuvo en cuenta su salud mental, niveles de optimismo y salud física.
Se constató que la puntuación total de la persona en la escala de la salud tendía a aumentar en consonancia con el aumento de sus niveles de optimismo. La gente más optimista tenía un 50 y un 76 por ciento más de probabilidades de alcanzar puntuaciones de salud en los niveles intermedios o ideales, respectivamente.
Los optimistas tenían un nivel de azúcar en sangre y uno de colesterol total claramente mejores que los de sus homólogos. También eran más activos físicamente, exhibían índices de masa corporal más saludables y era menos probable que fumaran.
A escala poblacional, incluso esta diferencia moderada en la salud cardiovascular se traduce en una notable reducción en las tasas de muerte prematura. Este fenómeno, que se supone ocurre a través de un mecanismo bioconductual, sugiere que las estrategias de prevención que apunten hacia la modificación del bienestar psicológico, o sea fomentando el optimismo, podrían ser una vía potencial para la mejora de la salud cardiovascular de las personas.
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