Todos creemos que el hecho de estornudar es un acto insignificante, ya que no lo podemos controlar y lo realizamos casi inconscientemente y con toda naturalidad. Pero estamos muy confundidos y un estornudo es mucho mas importante de lo que creemos.
Así lo revela el caso que recoge la publicación médica British Medical Journal Case Reports que describe como un varón inglés de unos cuarenta años, comenzó a sentir un terrible dolor de garganta después de aguantarse un estornudo.
Cuando acudió al hospital había perdido la capacidad para hablar y tenía grandes dificultades para tragar saliva. Fue entonces, cuando los médicos que le atendieron descubrieron que tenía perforada la faringe. Además, burbujas de aire se habían filtrado a través de la herida llegando hasta la caja torácica, lo que provocaba extraños ruidos en sus pulmones.
El estornudo es un acto reflejo mediante el cual se produce la expulsión de aire pulmonar a través de las fosas nasales. Este se produce en respuesta a algún factor físico, químico, alérgico o infeccioso, actuando como mecanismo defensivo de nuestro organismo.
El aire expulsado alcanza velocidades muy altas y en su salida expulsa partículas o gérmenes. Al reprimir un estornudo produce efectos contrarios, es decir, no se produce el arrastre de partículas, y la fuerza del estornudo actúa contra los propios tejidos, lo que explica las posibles consecuencias que dicha actuación ocasionaría.
Por un lado, los gérmenes presentes pueden ser desplazados hacia zonas más internas de la fosa nasal, senos parasanales u oído medio, colonizando dichas zonas y produciendo o agravando infecciones.
Por otro lado, el aumento de presión originado al reprimir el estornudo puede originar algunas
consecuencias negativas para nuestra salud, como pueden ser pequeñas roturas vasculares (sangrado por la nariz o hemorragias en la conjuntiva ocular o el tímpano), inflamación de fosas nasales, inflamación timpánica, dolor de oído, mareos, alteración en la audición, o dolor de cabeza entre otras.
Fuentes: Natursan y Quo
Así lo revela el caso que recoge la publicación médica British Medical Journal Case Reports que describe como un varón inglés de unos cuarenta años, comenzó a sentir un terrible dolor de garganta después de aguantarse un estornudo.
Cuando acudió al hospital había perdido la capacidad para hablar y tenía grandes dificultades para tragar saliva. Fue entonces, cuando los médicos que le atendieron descubrieron que tenía perforada la faringe. Además, burbujas de aire se habían filtrado a través de la herida llegando hasta la caja torácica, lo que provocaba extraños ruidos en sus pulmones.
El estornudo es un acto reflejo mediante el cual se produce la expulsión de aire pulmonar a través de las fosas nasales. Este se produce en respuesta a algún factor físico, químico, alérgico o infeccioso, actuando como mecanismo defensivo de nuestro organismo.
El aire expulsado alcanza velocidades muy altas y en su salida expulsa partículas o gérmenes. Al reprimir un estornudo produce efectos contrarios, es decir, no se produce el arrastre de partículas, y la fuerza del estornudo actúa contra los propios tejidos, lo que explica las posibles consecuencias que dicha actuación ocasionaría.
Por un lado, los gérmenes presentes pueden ser desplazados hacia zonas más internas de la fosa nasal, senos parasanales u oído medio, colonizando dichas zonas y produciendo o agravando infecciones.
Por otro lado, el aumento de presión originado al reprimir el estornudo puede originar algunas
consecuencias negativas para nuestra salud, como pueden ser pequeñas roturas vasculares (sangrado por la nariz o hemorragias en la conjuntiva ocular o el tímpano), inflamación de fosas nasales, inflamación timpánica, dolor de oído, mareos, alteración en la audición, o dolor de cabeza entre otras.
Fuentes: Natursan y Quo
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