Para Pilar, este es su año de suerte. Esta mujer ha conseguido algo de lo que se siente muy afortunada.
La noche del 21 de Julio, Pilar no podía dormir ya que no sabía si este año podría tener su trasplante de riñón o tenía que seguir esperando a otro año. Con la pandemia pensaba que este año tampoco tendrían un riñón para ella, pero al final, Pilar encontró un sitio donde apoyarse para estar tranquila. La facultativa le informó que tenían un riñón para ella y a las seis de la mañana entró en quirófano.
Esta nueva realidad a la que todos estamos intentar adaptarnos, a ella no le está costando tanto debido a la terapia que tenía que recibir (la diálisis). Ahora está volviendo a tener una vida como la que tenía antes.
Durante los meses de confinamiento, con las ucis desbordadas y los hospitales saturados, estas operaciones fueron testimoniales. En abril se efectuó un trasplante cardíaco y en mayo, dos.
Cuando España estaba completamente confinada, salía cada tres días al hospital para su sesión de hemodiálisis de cuatro horas. Pilar sentía una sensación de agobio al ver a todos los sanitarios que pasaban tan agobiados y nerviosos.
Ella intenta no pensar en los riesgos. Está preocupada por su enfermedad, porque el riñón no le falle, porque todos los niveles estén bien, se estabilice y ya no tenga que acudir una vez por semana al hospital. Le agobia más eso que el contagio porque procura tener cuidado y no estar obsesionada.
Ella ya sabe lo que significa que un riñón deje de funcionar, porque este no era su primer trasplante de riñón, sino que era el segundo. Hace doce años le fallaron los dos riñones. Le trasplantaron el derecho, pero al año empezó a dar problemas. Pudo seguir sin tratamiento pero hasta que hace 20 meses no tuvo otra opción que empezar co la hemodiálisis.
Este nuevo riñón se lo han puesto en el lado izquierdo y no sabe lo que haría si no le funcionase o se le estropease de nuevo.
El coordinador autonómico de Trasplantes señala que los enfermos trasplantados se han infectado de coronavirus con relativa frecuencia, como otros crónicos. Los enfermos trasplantados se contagian con más facilidad que la población sana y tienen una mortalidad alta, aunque, por suerte, en Castilla y León la mortalidad en trasplantados ha sido más baja que en otros lugares de España (donde cerca del 25% de los trasplantados infectados de Covid-19 fallecieron).
Cuando España estaba completamente confinada, salía cada tres días al hospital para su sesión de hemodiálisis de cuatro horas. Pilar sentía una sensación de agobio al ver a todos los sanitarios que pasaban tan agobiados y nerviosos.
Ella intenta no pensar en los riesgos. Está preocupada por su enfermedad, porque el riñón no le falle, porque todos los niveles estén bien, se estabilice y ya no tenga que acudir una vez por semana al hospital. Le agobia más eso que el contagio porque procura tener cuidado y no estar obsesionada.
Ella ya sabe lo que significa que un riñón deje de funcionar, porque este no era su primer trasplante de riñón, sino que era el segundo. Hace doce años le fallaron los dos riñones. Le trasplantaron el derecho, pero al año empezó a dar problemas. Pudo seguir sin tratamiento pero hasta que hace 20 meses no tuvo otra opción que empezar co la hemodiálisis.
Este nuevo riñón se lo han puesto en el lado izquierdo y no sabe lo que haría si no le funcionase o se le estropease de nuevo.
El coordinador autonómico de Trasplantes señala que los enfermos trasplantados se han infectado de coronavirus con relativa frecuencia, como otros crónicos. Los enfermos trasplantados se contagian con más facilidad que la población sana y tienen una mortalidad alta, aunque, por suerte, en Castilla y León la mortalidad en trasplantados ha sido más baja que en otros lugares de España (donde cerca del 25% de los trasplantados infectados de Covid-19 fallecieron).
Fuente: El Mundo
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