Catarro, gripe, neumonía y últimamente la COVID-19. Ahora, cuando se aproximan los primeros fríos con una lista ampliada de dolencias respiratorias de origen vírico o bacteriano, es más importante que nunca reforzar nuestras defensas orgánicas con una alimentación rica en inmunonutrientes.
Salmón, la protección que llega del mar
«Este pescado contiene ácidos grasos omega 3, que ayudan a reforzar el sistema inmunitario y también vitaminas del grupo B , que cumplen funciones reguladoras de la respuesta inmunitaria de nuestro organismo frente a posibles ataques externos de virus y bacterias», explican Ramo y Bravo.
Apuntan que la vitamina A tiene un papel importante en la regulación del sistema inmunitario, tanto el innato o inespecífico como el adquirido o secundario, es decir la inmunidad que se desarrolla al exponernos a diversas sustancias denominadas antígenos, que provocan una respuesta defensiva del organismo.
«Esta vitamina interviene en la reacción inmunitaria ante los antígenos o ‘respuesta humoral’, consistente en la formación de anticuerpos, unas sustancias que combaten las infecciones que amenazan a nuestro cuerpo», aseguran.
Según estos expertos, la vitamina D es un potente modulador del sistema inmunitario, interactúa con la mayoría de las células de dicho sistema y también mejora la inmunidad innata al intervenir en la formación de los macrófagos, células sanguíneas inmunitarias de gran tamaño, que «engullen» y destruyen a los agentes patógenos o sustancias extrañas.
Almendras, dulces aliadas de la inmunidad
«Las almendras son ricas en minerales como el cobre, que puede contribuir en la respuesta antimicrobiana de los macrófagos; y el selenio, esencial para una respuesta correcta, tanto del sistema inmunitario innato como del adquirido», de acuerdo a Ramo y Bravo.
Indican que, además de hierro, este fruto seco contiene zinc, un mineral que ejerce una multitud de efectos sobre numerosos tipos de células inmunitarias, y tiene un efecto directo sobre el número y la función de los macrófagos.
Esta leche fermentada rica en bacterias y levaduras probióticas, así denominadas porque contienen microorganismos vivos que aportan beneficios para el organismo, es rica en vitaminas D y A, que favorecen la actividad inmunitaria mediante diversos mecanismos.
Ramo y Bravo destacan en particular una cepa probiótica que es específica del kéfir y se llama ‘Lactobacillus Kefiri’, la cual ayuda al organismo a defenderse contra bacterias dañinas como la ‘salmonella’ y la ‘E. Coli’.
«Esta cepa bacteriana, junto con otras, ayuda a modular el sistema inmunitario e inhibe el crecimiento de bacterias dañinas», destacan.
Espinacas, fuerza «verde» contra la infección
Las espinacas son hortalizas de hoja verde, ricas en cobre, hierro y zinc. Son grandes aliadas de nuestro sistema inmunitario, según los nutricionistas del IMEO, quienes aconsejan comerlas como guarnición en comidas y cenas acompañando a alguna carne magra o pescado azul, en crudo o como complemento de ensaladas, para aprovechar al máximo su potencial nutritivo.
Fuente: EFESALUD
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