¿ES SALUDABLE COMER CONSERVAS DE PESCADO Y MARISCOS?

 El pescado y todos los demás animales acuáticos han constituido un elemento esencial de la alimentación desde los albores de la humanidad. Y desde el primer momento surgió la preocupación de cómo conservar en buenas condiciones tan preciado alimento y evitar su rápida descomposición. El resultado es que hoy disponemos de un abanico de posibilidades para conservar el pescado y marisco que incluye: el enhielado, el vacío, la congelación, la salazón, el ahumado, el escabechado, las conservas, las semiconservas y la conservación en atmósferas modificadas. En todos los casos se pretende conservar el pescado el mayor tiempo posible y que mantenga, dentro de lo que cabe, sus cualidades nutricionales y sus propiedades organolépticas.
             
Sin lugar a duda, de todos esos métodos de conservación el más popular, saludable y ecológico es la conserva en recipientes herméticos de aluminio, cristal y de hojalata, que es una lámina delgada de hierro o acero cubierta de una capa fina de estaño por ambas caras. Los productos más habituales en las conservas son los pescados grasos (azules) como bonito, atún, caballa, sardinas, anchoas y los mariscos como mejillones, berberechos, navajas y pulpo.Hay dos variedades: conservas y semiconservas. En las conservas, el producto se limpia y se esteriliza a más de 100 º C con lo que se pretende destruir los gérmenes y alterar los enzimas que pueden degradar el producto. Dentro de la lata o recipiente de vidrio el producto este bañado en tres tipos de líquidos. En aceite de oliva o algún aceite vegetal (girasol, soja); en escabeche con sal y vinagre y con algunas hierbas aromáticas y condimentos como ajos o cebolla; y al natural, solo con agua.

Las latas de conservas de pescado tienen una caducidad entre 3 y 5 años y no necesitan refrigeración ya que su contenido está esterilizado. Solo hay que vigilar que la lata tenga un aspecto exterior normal y no esté abombada.

Las semiconservas son una conserva que necesita almacenamiento en ciertas condiciones, por ejemplo, refrigeración y su caducidad es más corta. Esto se debe a que los productos (anchoas o huevas de pescado son los más habituales) no se envasan esterilizados ni al vacío. Estos pescados se conservan mediante procesos de ahumado, salado o secado. Un buen ejemplo son las anchoas del Cantábrico, que suele tener una fecha de consumo preferente inferior al año y que las latas, tanto abiertas como cerradas, deben conservarse en frío.

Las latas o tarros de vidrio herméticos son métodos muy seguros para conservar el pescado sin perder casi ninguna de sus propiedades nutricionales. Mantiene sus grasas, proteínas, carbohidratos y minerales, solo pierde un porcentaje de algunas vitaminas que se afectan por el calor de la esterilización. Por ejemplo, una 'latita' de atún con aceite de oliva virgen es un auténtico chute de las mejores grasas para nuestro aparato circulatorio. Solo hay que tener un poco de cuidado con la sal. La textura y sabor suelen mantenerse y no suelen llevar conservantes (los E- 000 famosos).
Los sofisticados y repetidos controles de calidad y la severa legislación hacen de las conservas de pescado un producto seguro, saludable y delicioso y un complemento para cumplir esa norma de salud de consumir algo de pescado cada día.

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