En la naturaleza la reproducción asexuada de plantas y bacterias es una forma de clonación natural. Si pensamos en los gemelos queda claro que dos organismos clonados no tienen por que ser idénticos en todos los aspectos.
La clonación artificial puede reproducir genes individuales o tejidos enteros, pensados para remplazar otros tejidos dañados o enfermos. Esta empieza sacando del animal que se quiere clonar una célula somática, de la piel por ejemplo. El siguiente paso es insertar el ADN de la célula somática en el ovocito.
La técnica se empleó por primera vez con éxito en 1952 en renacuajos. Pero no fue hasta 1966 cuando se consiguió clonar de esa forma un mamífero: la oveja Dolly. A partir de entonces, las especies clonadas se han multiplicado: ratones, perros, vacas, cabras, conejos... Hasta hoy, no hay constancia de ninguna clonación humana, aunque la empresa Clonaid, vinculada con una secta, alega que ha duplicado secretamente hasta 12 seres humanos. La clonación de primates es técnicamente más complicada que la de otros mamíferos y en 1998 el Parlamento Europeo la prohibió en Europa.
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