Las enfermedades mentales son el principal problema en los países avanzados. Los medicamentos para la depresión o la esquizofrenia funcionan ya que suben o bajan la concentración en el cerebro, pero es un ataque desequilibrado, porque cada enfermedad afecta unos circuitos del cerebro y los fármacos, sobre todos.
Desde 1980, la estimulación cerebral profunda ha mostrado que puede ayudar a las personas con enfermedades neurológicas que todavía no tienen solución. Implantando electrodos en zonas exactas del cerebro es posible medir su actividad y cambiarla solo en dónde lo necesita.
La técnica ha tenido mucho éxito en personas con párkinson o epilepsia a las que no les funcionaban los medicamentos, y hay estudios que dicen que puede funcionar para depresiones graves o esquizofrenia.
La estimulación cerebral profunda es mucho más cara que los medicamentos, y para muchas personas, la implantación de electrodos en el cerebro les asusta.
En esta técnica, sirve con colocar los electrodos sobre el cuero cabelludo para producir campos eléctricos que actúen sobre grupos determinados de neuronas. Una importante dificultad es evitar que las ondas electromagnéticas activen las neuronas que atraviesan, hasta llegar a su objetivo produciendo efectos no deseados.
Cuando se cruzan en el punto deseado, la amplitud de la frecuencia baja, y el campo eléctrico estimula las células cerebrales elegidas.
El coste de la técnica aleja al 98% de las personas que quedan, que podrían beneficiarse de una alternativa como la estimulación con ultrasonido.
En un futuro, la técnica podría utilizarse para autoestimularse en casa y obtener efectos temporales sobre la memoria, pero para tratar el temblor de personas con párkinson se necesita una estimulación continua, porque cuando la técnica no se usa, el temblor vuelve.
Fuente: El País
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