Desde hace años, científicos de todo el mundo buscan microbios en la Antártida, en las fosas más profundas de los océanos y en los entornos volcánicos más hostiles del planeta. Esto lo hacen, para encontrar nuevas proteínas con las que mejorar las actuales técnicas de edición genética. Esto podría abrir una nueva puerta hacia la era la era de la ciencia y la medicina en la que se curen multitud de enfermedades corrigiendo el genoma de los pacientes con una facilidad asombrosa. El 2 de enero de 2023 se publicó un estudio dirigido por científicos españoles que es único en su especie, pues ellos no han buscado esas nuevas moléculas en el espacio, sino en el tiempo: ellos han resucitado proteínas de organismos extintos que vivieron hace miles millones de años.
Estos investigadores se han centrado en recrear enzimas Cas9, que son moléculas que funcionan como tijeras capaces de cortar el ADN de cualquier ser vivo en un punto determinado y que son la base del sistema CRISPR de edición genética. Esta técnica se ideó en 2012, y desde ese momento, ha revolucionado la investigación en biomedicina, pues permite reescribir "el libro de instrucciones" de cualquier organismo, y ahora está empezando a tener sus propias aplicaciones contra algunas enfermedades en humanos. Pero este sistema de edición no es perfecto ya que puede introducir errores muy peligrosos en el genoma. De ahí la necesidad de buscar nuevas herramientas de edición genética.
Buscando una respuesta, un equipo formado por grandes expertos de edición genética en España utilizaron una técnica que reconstruye el genoma de organismos extintos hace miles millones de años. A esta técnica se la conoce como reconstrucción de secuencias ancestrales. Usa unos ordenadores muy potentes para comparar los genomas completos de seres vivos actuales y va estimando como sería el genoma de sus ancestros. De esta forma los investigadores han hecho un gran viaje en el tiempo para recuperar proteínas Cas presentes en microbios ya extintos. Las más antiguas que han logrado son de hace 2.600 millones de años, aunque también han conseguido otras proteínas de hace 1.000 millones de años, 200 millones, 137 millones y 37 millones de años.
Fuente: El País
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