LA MEDICINA EL MEJOR DEPORTE

Numerosas investigaciones muestran cómo la alimentación equilibrada, un estilo de vida sin dosis excesivas de estrés y la eliminación de hábitos tóxicos fortalecen las defensas del organismo. Y a todo ello se une la práctica regular de actividad física y deporte.

El Consejo Superior de Deportes (CSD) lanzó el miércoles 22 de noviembre la campaña de publicidad institucional "ACTÍVATE. La salud se entrena". Es una iniciativa del Gobierno para combatir el sedentarismo entre la población y concienciar sobre la importancia que la actividad física tiene para la salud y el bienestar.

La iniciativa, presente en prensa, radio, cine, medios digitales y exterior, pretende concienciar sobre la importancia de la práctica regular de ejercicio físico y lograr sociedades más activas. “Queremos dirigirnos al espectador, decirle que no hay excusa que valga, que el único obstáculo para levantarse del sofá y hacer deporte es uno mismo”, subraya el presidente del CSD, Víctor Francos.

¿Tan importante es para la salud el deporte? ¿Realmente aporta algún beneficio sobre una supuesta mejora estética o es el producto de la presión publicitaria de las marcas deportivas?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos lo deja bastante claro. Define la actividad física como todos los movimientos que forman parte de la vida diaria, incluyendo trabajo, recreación, ejercicios y deportes. Es necesaria para la promoción y conservación de la salud. Los expertos de la OMS nos indican que no basta con hacer ejercicio varias horas durante el fin de semana, ya que no compensa el sedentarismo del resto del tiempo. En ese sentido, señalaron que los beneficios del ejercicio físico desaparecen del cuerpo setenta y dos horas después de haberlo realizado, de ahí la importancia que la práctica sea regular y continuada.
La OMS resalta otras ventajas de la práctica del ejercicio físico, como la reducción de la violencia entre jóvenes o de comportamientos de riesgo como el consumo de drogas, además de mejorar la agilidad tanto física como mental de los ancianos y de ayudar a estas personas a luchar contra el sentimiento de soledad. Para los niños, el ejercicio es una forma esencial de desarrollar la coordinación y asegurar un buen desarrollo óseo, muscular y articular, así como la función cardíaca y pulmonar.

El sistema inmunológico es fundamental para la preservación de nuestra salud. “La primera función del sistema inmune consiste en detectar una amenaza, pedir ayuda y lanzar un contraataque” afirma la Dra. Raquel Blasco, médico especialista en Medicina Interna, responsable de la Unidad de Medicina Interna del Centro de Medicina Deportiva de la Junta de Castilla y León.

Hace más la regularidad que la intensidad. “El ejercicio de intensidad moderada a vigorosa (menos de 60 minutos) ahora se considera un adyuvante importante del sistema inmunológico. Por el contrario, el entrenamiento físico de alta intensidad y las competiciones, aumentan el estrés fisiológico, metabólico y psicológico asociado, los cuales están relacionados con perturbaciones inmunes transitorias, inflamación, estrés oxidativo, daño muscular y un mayor riesgo de enfermedad”, señala Jorge García Bastida, doctor en Alto Rendimiento y profesor de la UNIR y de EUNCET. En la misma línea, investigadores como Nieman, señalan que el ejercicio vigoroso de larga duración (90 minutos o más) comienza a sobrecargar el sistema inmunológico. El sistema inmunológico, por tanto, es muy sensible al ejercicio, y la extensión y la duración reflejan el grado de estrés fisiológico impuesto por la carga de trabajo: “Parece ser que la intensidad del ejercicio tiene una gran importancia en cuanto al sistema inmune, tanto en positivo como en negativo”.
 
En cuanto a las personas mayores ha sido altamente contrastado que el envejecimiento activo es clave para conseguir una población mayor sana. La promoción del ejercicio físico regular es una de las principales estrategias no farmacológicas con la que cuentan las instituciones.

El ejercicio físico regular y adaptado para mayores está asociado con un menor riesgo de mortalidad. Principalmente como consecuencia de un efecto protector cardiovascular y de síndrome metabólico, disminuye el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y de desarrollar diabetes tipo II. Sumado a esto, el ejercicio regular se ha mostrado eficaz en la prevención de ciertos tipos de cáncer, incrementa la densidad mineral ósea, reduce el riesgo de caídas, disminuye el dolor osteoarticular (frecuente en la población mayor) y mejora la función cognitiva, reduciendo el riesgo de padecer demencia y Alzheimer. Además, los beneficios psicosociales del ejercicio adquieren especial protagonismo, combatiendo el aislamiento, la depresión y la ansiedad y favoreciendo la autoestima y cohesión social.


 

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