"UNA MORTALIDAD CADA VEZ MAYOR POR ENFERMEDADES QUE ANTES CONTROLABAMOS"


Frase dicha por el director Bruno Gonzáles-Zorn.

Desde primera línea de batalla, el microbiólogo Bruno González-Zorn, director de la unidad de resistencia a los antimicrobianos de la Universidad Complutense de Madrid y asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en este ámbito, se muestra optimista: tras años de “predicar en el desierto”, dice, solo y sin mucha atención institucional, pudo convencer a los actores involucrados y ver avances, como implementar un plan nacional para combatir la resistencia o sensibilizar a la ciudadanía, dice. “Esto me hace pensar que en los próximos años avanzaremos más, con mejores planes de prevención en los hospitales, más concienciación de la población, consumo más optimizado y algún tipo de molécula preventiva o terapéutica que nos ayude más”, vaticina el científico.

Que atiende a EL PAÍS tras su participación en la jornada sobre la renovación del programa de optimización del uso de antimicrobianos, organizada por el Hospital Mutua de Terrassa hace unos días. A pesar del entusiasmo y las esperanzas, González-Zorn  admite que todavía queda trabajo por hacer y ritmo que acelerar. El investigador no mira a nadie y mira a todos.


Bacterias multirresistentes matan 20 veces más que el tráfico en España, mas de 23.000 fallecidos en 2023. Se está empezando a dar nombre y voz a todos los pacientes anónimos que mueren en los hospitales por resistencia a los antibióticos. Hay muertes constantes en todos los hospitales de España de las que nadie habla. Y mueren porque la última generación de antibióticos que les dan ya no funciona. Lo que necesitamos es que la población sepa que tomar amoxicilina en casa no es baladí: esto prepara a la bacteria para resistir el antibiótico de último recurso que sólo tienen los hospitales y que al final no funciona. 

El microbiólogo nos intenta comunicar que necesitamos que cero farmacias den antibiótico sin receta, pero en España es aún un 5%. Y, aunque te parezca poco, ese 5% hace mucho daño al otro 95% porque el ciudadano se da cuenta de que, yendo de una farmacia a otra, acaba consiguiéndolo sin receta y eso banaliza el antibiótico.

Fuente: EL PAÍS




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