AUNQUE DEJEMOS DE VER, EL CEREBRO SABE QUÉ HAY QUE HACER PARA SEGUIR "VIENDO"

En el proceso normal de un cerebro, este coge toda la información que los sentidos captan y prepara las respuestas que luego enviará al cuerpo y todo ello hará que se aprenda tanto cuando se acierta como cuando se equivoca. Ya Don Santiago Ramón y Cajal decía que cada individuo puede dar forma a su propio cerebro.

Todo ello, se consigue gracias al proceso de percepción, con el órgano de la vista. Con lo que vemos, podemos interpretar los estímulos del entorno y darles un solo sentido. Lo que se quiere decir es que, cuando la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto recogen lo que ven, lo envían al cerebro para que este lo analice, lo interprete y después lo devuelva a los órganos, dándole una interpretación única.

Se equipara a cuando se está haciendo un puzzle: hasta que todas las piezas están colocadas, nadie sabe cómo va a ser la imagen final.

Lo curioso es que la experiencia perceptiva no pasa en los órganos sensoriales. Es decir, cuando olemos el olor de una flor, no es la nariz la que "siente" el olor, sino que la experiencia olfativa ya está en el cerebro. Por eso se dice que "la percepción está a caballo entre lo sensorial y lo mental".

El poder de la neuroplasticidad. Si nos quedamos sin poder ver, el cerebro reacciona y se pone a trabajar para compensar la falta de información sensorial que ya no tenemos. Esto lo consigue adaptando las conexiones de las neuronas que ya tiene y creando otras nuevas.

Este proceso se llama neuroplasticidad y es un proceso de capacidad de adaptación. No funciona solo cuando hay una lesión o una pérdida sensorial, si no que aparece también a consecuencia de la experiencia y del aprendizaje. La fuerza de la neuroplasticidad resulta más importante en las personas que tienen discapacidad visual. Al dejar de ver, la corteza visual ya no tiene su función principal, deja de utilizar datos visuales como puede ser el color o la forma, ya que los ojos ya no pueden captar imágenes y/o mandarlas al cerebro.

Economía del ahorro. Muchos estudios han demostrado que las neuronas de la parte del cerebro, dedicada a la vista, son capaces de coger información de otros sentidos, como el tacto y la audición.

Así que, cuando una persona que es ciega toca una superficie rugosa, es curioso porque es su corteza visual la que se pone en marcha para procesar esta información. Esto explica que el cerebro se rige por la economía del ahorro y reutiliza las estructuras que ya no pueden tener información visual para otras cosas.

Además, el cerebro siempre busca soluciones, ya sea para resolver un problema o para compensar la falta de vista. Para mejorar las posibilidades de supervivencia, la corteza auditiva primaria se reorganiza funcionalmente en las personas con falta de vista para interpretar más rápido y mejor los sonidos. Esto podría explicar que algunas personas que han tenido pérdida de visión, resulta que han mejorado otras habilidades.
No se sabe en qué momento exacto se producen estos cambios, pero se sabe que se consigue en cuestión de minutos. Además, cuando más tiempo se está sin poder ver, las modificaciones son más importantes. Esto se ha visto en aquellas personas que dejaron de ver siendo niños: una reorganización masiva del cerebro.

Sustitución sensorial como vía de escape. La tecnología y la neuroplasticidad se consideran muy importantes en este momento para conseguir la mayor inclusión posible en la sociedad, de las personas con discapacidad visual, y así hacerles más fácil su vida.

Lo que se pretende es compensar la pérdida de visión mediante la estimulación de otros sentidos...es decir, no vemos con los ojos, sí con el cerebro.

Partiendo de esta idea se han creado diferentes dispositivos que, mediante la estimulación táctil de la lengua o de la mano, se ha conseguido que personas que no ven, tengan experiencias visuales. Es muy difícil imaginar qué siente una persona ciega cuando "ve destellos" o "luces sobre un fondo negro".

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