DESCUBREN UNA NUEVA PROTEÍNA QUE INTERVIENE EN EL SENTIDO DEL TACTO

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. La de un hombre puede llegar a ocupar hasta dos metros cuadrados, pesar hasta 11000 libras (lo que equivale a unos 5 kilogramos) y ser tan gruesa como un centímetro, como sucede en las plantas de los pies, o tan fina como 0,5 milímetros, en las bolsas testiculares. La piel nos permite relacionarnos con el entorno, sintiendo desde el frío hasta las quemaduras, pasando por los golpes o las formas. Tiene tres principales capas, en la que  destaca, la epidermis, existen más de 11.000 proteínas, la mayoría con funciones todavía por descubrir. Recientemente, se ha descubierto una nueva proteína, llamada ELKIN1, que parece ser esencial en el sentido del tacto. Si no la tuviésemos, seguramente no podríamos sentir todas las caricias.

Un científico de Berlín, en Alemania, lleva más de 20 años investigando los canales iónicos, que son unas  proteínas que se encuentran en la membrana plasmática de las células. Éstas se abren y permiten el intercambio de iones entre el interior y el exterior de la célula. Realizan diferentes funciones según el tipo celular. En el caso de las neuronas sensoriales, estos canales convierten un determinado estímulo (calor, frío, presión) en corrientes iónicas (similares a las eléctricas) que llegan desde las terminaciones nerviosas más periféricas hasta el cerebro. En 2020, estudiando algunos tejidos de un melanoma, una investigadora  descubrió una proteína que daba sensibilidad mecánica a esas células afectadas por el cáncer. Ella asegura que esas proteínas poseen una actividad de canales iónicos muy parecida a la que se encuentra en los receptores de la piel, sobre todo en las zonas más sensibles. Identificaron a la proteína ELKIN1 como responsable de esta actividad. El siguiente paso fue obvio, vieron si tenía algo que ver con el tacto a partir de experimentos con ratones y células humanas.

A los roedores, les modificaron el gen ELKIN1 para que no expresaran la proteína funcional. Después empezaron a hacerles cosquillas con un bastoncillo de algodón en las patas. Comprobaron que los ratones no modificados, retiraban sus patas en el 90% de las veces. Sin embargo, los ratones mutantes solo las retiraron en el 47,5% de las ocasiones, lo que demostró que tenían pérdida de sensibilidad a estímulos mecánicos.

Fuente: El País


Comentarios