LOS PERROS PUEDEN DETECTAR EL ESTRÉS TRAUMÁTICO OLIENDO EL ALIENTO DE LOS HUMANOS

No es ninguna sorpresa que los perros tienen un olfato extraordinariamente sensible, capaz de detectar olores que los humanos son incapaces de percibir. Esto hace que noten cambios en el ambiente que, para nosotros, resultan imperceptibles. Con su trufa o 'nariz', son capaces de oler las partículas que se desprenden de la piel de una persona. Esto sucede porque todos los humanos tenemos un perfil olfativo de compuestos orgánicos volátiles, que son las moléculas que emite nuestro cuerpo en secreciones como el sudor, el aliento o la orina.

Esto les permite distinguir a su dueño entre millones de individuos distintos. Eso hace que el olfato de los perros también pueden detectar enfermedades, así como los primeros signos de alerta de situaciones médicas potencialmente peligrosas.

También son capaces de hacer lo mismo con la diabetes, a través de los cambios de olor de una persona que está a punto de tener un bajón de azúcares.

Ahora, un estudio piloto ha ido todavía más allá. Los científicos que lo firman aseguran haber encontrado pruebas de que los perros de asistencia podrían incluso ser capaces de olfatear un flashback de Trastorno de Estrés Postraumático que se aproxima. Para demostrarlo, entrenaron a dos perritas para reconocer el olor de las reacciones traumáticas en el aliento de las personas y alertar a su entorno.

Sin embargo, en la actualidad los perros están adiestrados para responder a señales conductuales y físicas. Nuestro estudio demuestra que, al menos algunos perros, también pueden detectar estos episodios a través del aliento.
El TEPT surge de la exposición a un suceso catastrófico. Los síntomas incluyen volver a experimentar ese trauma, hiperactivación, evitación de cualquier recuerdo y problemas cognitivos o del estado de ánimo. Entre otras formas de asistencia, los perros pueden ayudar a los pacientes alertando e interrumpiendo los episodios.

Hay indicios de que los perros pueden detectar los COV relacionados con el estrés humano. Sin embargo, hasta ahora ningún estudio había investigado si los perros podrían aprender a detectar los COV asociados a los síntomas del TEPT.

Los participantes también formaban parte de un estudio sobre las reacciones de las personas que han sufrido traumas a los recordatorios de dichos traumas; el 54% cumplía los requisitos diagnósticos del TEPT.

Una de las mascarillas proporcionaba una muestra de aliento tranquilo que actuaba como control. La otra, que se llevaba puesta mientras los participantes recordaban su trauma, proporcionaba una muestra de aliento objetivo. Los participantes también rellenaron un cuestionario sobre sus niveles de estrés y sus emociones. Mientras tanto, los científicos reclutaron a 25 perros para entrenarlos en la detección de olores.

Tanto Ivy como Callie encontraron este trabajo intrínsecamente motivador, afirma Kiiroja. Su apetito ilimitado por las golosinas deliciosas también fue una ventaja. De hecho, era mucho más difícil convencerlas de que se tomaran un descanso que de que empezaran a trabajar. Callie, en particular, se aseguró de que no nos anduviéramos con rodeos.

Al final del entrenamiento, Ivy y Callie pudieron reconocer el olor de los trozos de mascarilla con una precisión del 90% para distinguir entre una muestra estresada y otra no estresada. En este segundo experimento, Ivy logró una precisión del 74% y Callie del 81%.

La comparación de las identificaciones correctas de Callie e Ivy con las emociones autodeclaradas por los participantes humanos reveló que el rendimiento de Ivy se correlacionaba con la ansiedad, mientras que el de Callie lo hacía con la vergüenza.

Aunque ambos perros obtuvieron resultados muy precisos, parecían tener una idea ligeramente distinta de lo que consideraban una muestra de aliento 'estresada', sugiere Kiiroja. Especulamos que Ivy estaba en sintonía con las hormonas del eje simpático-adreno-medular y Callie estaba orientada a las hormonas del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal. Se trata de un conocimiento importante para el adiestramiento de perros de servicio, ya que para alertar de los síntomas iniciales del TEPT se requiere sensibilidad a las hormonas del eje simpático-adreno-medular, explica.

Además de inscribir a más participantes, los estudios de validación deben recoger muestras de un mayor número de eventos estresantes para confirmar la capacidad de los perros para detectar de forma fiable los COV de estrés en el aliento de un humano a través de diferentes contextos, concluye.

Fuente: La razón

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